La nanotecnología y la «Guerra de las huellas dactilares»

Desde el primer post que publiqué en Scientia, no había vuelto a escribir sobre uno de mis hobbies…la criminalística….que no es lo mismo que la criminología, como bien me apuntó un gran bloguero no hace tantos meses.

Si en aquel post inaugural de este blog hablé de las técnicas de nanoencapsulación molecular para mejorar los métodos tradicionales de detección de sangre en los escenarios de un crimen, hoy volveremos a hablar del uso de la nanotecnología como técnica criminalística que puede ser usada para la identificación de huellas dactilares…pero todo a su tiempo, porque la historia del uso de las huellas dactilares en la investigación criminal es larga…y fascinante

A pesar de que algunos autores se remontan a los tiempos de la Antigua Babilonia, la mayoría de los expertos sitúan las primeras impresiones de los dedos con fines de identificación en la Persia del siglo XIV y no fue hasta el siglo XVII cuando comenzó la investigación científica de las huellas dactilares.

Pero la verdadera “Guerra por la autoría del uso forense de las huellas dactilares” en la investigación criminal se remonta a finales del siglo XIX cuando un joven magistrado de la India, William Herschel, observó que el estudio de las huellas dactilares podría ayudarle a luchar contra los fraudes de identidad en las pensiones estatales…hay cosas que a pesar del paso del tiempo jamás cambiarán…más de un siglo después se sigue timando a la administración de la misma forma

Herschel, tras más de 20 año recogiendo huellas dactilares, observó como nuevas impresiones de las huellas de las mismas personas al cabo del tiempo permanecían invariables…y el empleo de aquella “nueva tecnología” para detener a los impostores le ayudó a subir escalafones dentro de la administración india hasta llegar a ser juez…en eso sí ha cambiado la cosa…antiguamente se promocionaba en la carrera judicial por méritos profesionales…qué cosas…

Herschel

Pero ocurrió lo que suele pasar…mis amigas las rivalidades científicas entraron a escena. Paralelamente a las investigaciones de Herschel, un médico y misionero escocés que se encontraba en el Lejano Oriente comenzó a interesarse por las huellas dactilares.

Henry Faulds, que así se llamaba este pintoresco personaje, llegó a quemarse sus propios dedos mediante la inmersión en ácido sulfúrico para comprobar si las huellas podrían borrarse…¡¡y no se borraban!!

El misionero escocés intentó dar publicidad a sus descubrimientos en una carta enviada ni más ni menos que al ilustre Charles Darwin. Sin embargo, el gran evolucionista no le prestó gran atención al escrito y le entregó la carta a su primo, Francis Galton, uno los fundadores de Nature, que hizo prácticamente lo mismo que Darwin, obviar el tema… o eso parecía.

Faulds siguió insistiendo y llegó a presentar sus descubrimientos a la Policía Metropolitana de Londres…pero también lo obviaron…hasta que ocurrió algo inesperado que le dio la vuelta a la tortilla.

Faulds

Tras ser invitado a dar una conferencia sobre el tema, Francis Galton, uno de los personajes más excéntricos de la ciencia victoriana, decidió adentrarse en el mundo de la aplicación de las huellas dactilares a la investigación criminalística. Sin embargo, y aunque tenía la carta de Faulds acerca de sus averiguaciones en el tema, Galton se puso en contacto con…¡¡Herschel, el rival científico de Faulds!!…y se lió una buena.

Cuando fue acusado de conspiración para denigrar a Henry Faulds, Galton se escudó en que aquella carta que le habáia entregado su primo Darwin la había tirado antes de leerla y, además, como Faulds no había publicado nada más sobre las huellas dactilares pues lo había dejado en el olvido…claro hombre…esto me recuerda a cierto editor de una prestigiosa revista científica que rechazó un artículo y luego publicó con su nombre un trabajo idéntico sobre el mismo tema…

Galton siguió en lo suyo y no solamente describió un sistema para describir, medir y comparar huellas dactilares basado en la biométrica, sino que se convirtió en el máximo referente para la investigación criminalística hasta el punto de que la policía recibió una recomendación parlamentaría para que siguieran sus técnicas y Scotland Yard creó una oficina de huellas dactilares basándose en los conocimientos de Galton…al primo de Darwin la jugada le había salido redonda… era la máxima referencia en el campo.

Galton

Faulds se subía por las paredes, acusaba a todo el mundo de plagio, escribió una carta a Nature en la que acusaba a Herschel de adelantarse en su reivindicación de prioridad acerca del estudio de huellas dactilares…pero Galton y Herschel se habían hecho tan populares que hasta en el Suplemento literario del Diario Times ningunearon a Faulds

Es cierto que Herschel llegó públicamente, que es como se deben hacer las cosas, a reconocer que Faulds fue el primero en estudiar el valor de las huellas dactilares con fines de identificación…pero siempre dejando en entredicho la rigurosidad de los estudios del médico y misionero escocés.

A pesar de que hasta poco antes de su muerte Faulds siguió peleando por el reconocimiento oficial de sus investigaciones, estas nunca llegaron. Sin embargo, tras su fallecimiento, sus reivindicaciones fueron asumidas por el abogado escocés George Wilton Wilton que llego a conseguir, en sucesivas campañas realizadas entre 1930 y 1964, que la afrenta a Faulds fuese vista como una ofensa a los nacionalistas escoceses….lo que faltaba…los hijos de la Gran Bretaña peleándose por la autoría del uso de las huellas dactilares para la identificación de criminales

A partir de entonces, y durante muchos años, se han mejorado las técnicas para la identificación de huellas dactilares…hasta que hace unas semanas se dio un paso de gigante que merece ser citado en Scientia…pero a mi manera.

Hace unos días, viendo el enésimo capítulo de la serie C.S.I. Las Vegas, pudimos observar cómo, tras detener a un “peligrosísimo criminal” el capitán Jim Brass tuvo que ponerlo en libertad ya que, a pesar de estar seguros de que era el culpable de un asesinato ocurrido hace años, no encontraron ninguna huella dactilar en el escenario del crimen que implicase al presunto asesino…¿ahora se dice así no?

Evidentemente el autor de esa chapuza fue el Doctor en Medicina Forense Raymond Langston, y digo evidentemente porque semejante atrocidad jamás la hubiese hecho mi añorado Gil Grissom…él era más elegante y, sin duda, hubiese empleado la nanotecnología para atrapar al asesino.

A pesar de los avances en la detección de ADN y análisis de sangre, la huella digital antigua sigue siendo el método preferido para deducir quién estuvo presente en la escena del crimen. Sin embargo, en algunos casos, es muy difícil obtener cualquier evidencia de huellas dactilares, por lo que diferentes investigadores han focalizado sus estudios en intentar resolver estos problemas.

Hace unos días un grupo de investigadores australianos publicaron un interesante estudio titulado “Enhancement of latent fingermarks on non-porous surfaces using anti-L-amino acid antibodies conjugated to gold nanoparticles”en el que han desarrollado una nueva metodología para intentar solucionar casos sin resolver.

El objetivo general del trabajo fue recuperar huellas dactilares que, aunque se encontraban en las superficies de pruebas de casos antiguos, no eran lo suficientemente sensibles como para poder ser identificadas a través de los métodos tradicionales…por lo que los casos quedaron sin resolver.

Los científicos, pertenecientes a los Departamentos de Ciencias Forenses de las Universidades de Sídney y Camberra y al Departamento de Química y Bioquímica de la Universidad de Illinois, y que trabajaron en contacto con la Policía Federal Australiana, emplearon la nanotecnología para detectar huellas digitales antiguas, secas y débiles.

La nueva metodología propuesta se basa en el análisis de los aminoácidos que se encuentran habitualmente en el sudor y, por consiguiente, en la mayoría de las huellas digitales. En un principio este hecho no debería sorprender a nadie ya que el rastreo de aminoácidos se viene empleando desde hace décadas para la identificación de huellas dactilares.

Sin embargo, con el paso del tiempo, y dependiendo de la superficie sobre la que se encuentre la huella, como es el caso de las superficies no porosas, los aminoácidos se degradan muy fácilmente y las trazas que pueden quedar no son suficientes para identificar las huellas con las técnicas tradicionales. Además, las personas con piel seca no dejan marcas de dedos muy claras por lo que la identificación de huellas se complica aún más.

En el trabajo publicado en la revista científica “Chemical Communications”se detalla como la combinación de técnicas inmunológicas y de nanopartículas de oro permite encontrar detalles más nítidos en las huellas antiguas degradadas lo que aumenta la resolución de éstas y permite detectar huellas dactilares tras el paso de muchos años y depositadas en cualquier tipo de superficie…

Los investigadores han conseguido unir, mediante técnicas de adsorción o de enlace covalente, las nanopartículas de oro a anticuerpos aminoacídicos. Posteriormente estas nanosoluciones se aplican a las huellas degradadas y los restos de aminoácidos presentes en ellas reaccionan rápidamente aumentando espectacularmente la nitidez de la huellas…como diría ni admirado Sherlock Holmes…»elemental Querido Watson”.

Pero, como cualquier investigador que se precie, los científicos implicados en este trabajo ya se están haciendo la pregunta pertinente… ¿Cuál es el siguiente paso?….Pues ni más ni menos que uno de los grandes objetivos de la ciencia forense¡¡obtener huellas digitales de la piel humana de las víctimas!!

Esto son palabras mayores que solamente podían resolver los dos más grandes detectives de la historia.

Uno de ellos era Peter Falk, el gran Colombo, pero desgraciadamente, y desde hace pocas fechas, su célebre gabardina nos abandonó para siempre.

Por tanto solo nos queda suplicar a Gil Grissom que se deje su querida entomología ya que ni Horatio Caine, ni Marc Taylor ni, por supuesto, Raymond Langston, le llegan a la suela de los zapatos…he dicho.

 Jose

 Fuentes:

*Rivalidades científicas. De Galileo al Proyecto Genoma Humano. Editorial Paraninfo. ISBN: 9788428380751.

*Xanthe Spindler, Oliver Hofstetter, Andrew M. McDonagh, Claude Roux and Chris Lennard. Enhancement of latent fingermarks on non-porous surfaces using anti-L-amino acid antibodies conjugated to gold nanoparticles. Chem. Commun., 2011, 47, 5602–5604.

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13 respuestas a La nanotecnología y la «Guerra de las huellas dactilares»

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  7. David dijo:

    Leí una noticia curiosa relacionada. Parece que hay un medicamento contra el cáncer que por inflamación y ampoyas degenera las huellas dactilares….

    http://www.hoysalud.es/articulo.php?id=421

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  10. Luis R. Gonzalez dijo:

    Muy interesante. Una pregunta: ¿Hasta qué punto está verificado eso de que «no hay dos huellas digitales iguales». Antes, entiendo que era una mera suposición en base a probabilidades, pero ahora que existen (o eso dicen en las teleseries) grandes bases de datos de huellas, ¿alguien las ha comprado unas con otras para comprobar la realidad?

  11. Hola José,
    He comenzado a leerte y me parece muy envolvente la forma en que escribes, y la capacidad que tienes para ligar un tema con otro o una idea con otra; también es admirable el impacto que tienes.
    Yo voy comenzando mi proyecto de divulgación, ojalá que algún día me puedas pasar algunos tips.

  12. juan manuel chagoya hernandez dijo:

    Me es muy grato saludarte y felicitarte por el tema que as compartido y me parece facinante ya que yo soy máster en criminología y actualmente en mi país que es Mexico todavía no tenemos la capacidad para tan avanzada tecnología ya que los laboratorios que tenemos no contamos con el banco de datos de huellas para resolver un crimen

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